jueves, 12 de enero de 2017

Lo indecible

De todas las cosas en que pienso, encuentro un especial placer, que muchas veces me hace reir, en aquellas que no puedo expresar abiertamente. Aquellas que se esconden en mi silencio, en mi perdición. Otras, en lo que algunos llaman "hipocrecía".

Solo ponte a pensar si esto no es algo que tú y yo tenemos en común. ¿También tuviste que ahorrarte los comentarios? 

Lamentablemente, o quizá no, toda palabra tiene una vía de escape que prescinde del sonido. Se vale de otros sentidos distintos al oido. Los ojos, por ejemplo, a veces se convierten en manantiales de cristalinas emociones que se derraman y sin embargo, necesitan del observador atento y elegido. Las manos no son diferentes. Entre sus muchos usos, prefiero el modo de decir las cosas con una seña, una pose, una abreviación, un símbolo. ¿Acaso alguien dijo "caricia"?

La vez que eché a volar mis palabras, las palabras tropezaron y cayeron de golpe y no pararon hasta que un hombre adulto tuvo piedad y me interrumpió, creó el orden pero cuando giré mi rostro hacia atrás, ya todo era recuerdos, yo ya había aprendido la lección, la lección de callar, de no abrir boca, manos, de no abrir el corazón, sino esperar la suerte de encontrar una pesona que entienda mis gestos, porque tengo fe, la hay, quizá más de una, las hay. O deben haber.

Sobre el aire no diré nada más, solo que hay mucho que te quisiera contar, pero no puedo. Me contentaré con mirarte y esperar tus ojos, a que tu mirada le de pie a la mía para conversar.

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