domingo, 13 de octubre de 2013

Para qué vivo

¿Para qué vivo? He de morir. ¿Por qué, entonces, voy a preocuparme por seguir a Cristo, o no seguirlo, si ni tengo respuesta cuando pregunto para qué vivo? Son tonteras. Ay, Señor mío. Pero qué he dicho. Sí, ya lo dije, ¿para qué existo? Yo no sé tú, pero yo, dudo hasta de mí mismo. Ay, Jesucristo. No me avergüenza pensar distinto. Son cojudeces. Jehová-Jhiré. Santa Cachuca, San Martincito. Que alguien me explique con argumentos, por qué en vez de muerto, me veo vivo. ¿Para qué vivo? ¿Por qué no morí cuando me lo propuse? ¿Por qué te marchaste cuando te tuve? ¿Por qué me negaste cuando lo hiciste y ante tus ojos lloré? ¿Para qué yo? ¿Para qué tú? ¿Por qué moriste por mi vida? ¿Para qué te aferras a mis pecados? ¿Has dormido o has llorado? ¿Piensas que todo ha terminado? Ay, por favor. Ay, ya, cállate. Mira, has lo que quieras. Como quieras. Ay, ya, cálmate. Relájate. Ay, sí. Ay, no. Ay, ¿sabes qué?... Nada, Fernando, nada. Olvídalo. Ya, cállate. Ya. Por favor. Ya. Ya, ya, me dijo. Luego se fue a quién sabe dónde y quién sabe con quién. Y a mí qué me importa. Total, si no sé ni para qué existo, menos sabré si ella importa o no. Ella, yo. Ella. Yo. Ella, la botella. Tu vieja, tus pies. Sangre gotea en su frente. Tiene espinas clavadas en la sien. Y mi vientre empuja, me rompe la cabeza pensando en qué hacer para defecar las penas, para salir al trabajo, lavar el cuchillo, tirar las pastillas. dormir de cabeza, apagar el teléfono, ver la tele, leer un libro, afinar el palo, escribir, soñarme volando, quejarme a solas, proyectar la imagen de un caballero, esconder al loco que llevo dentro y sacarlo delante de mis amigos. Piensa ¿son mis amigos, no? Sí. Bueno, creo que sí. Espero que sí. Eso, digo. Ya, por favor, respira, Fernando, respira, eso. Así, fu.... uhm.... fu....

¿Para qué vivo? He de morir. ¿Por qué, entonces, voy a preocuparme de nada? Ya comí, ya bebí. He notado que se me ha picado un diente. Lo solucionaré. Veo gente. Ay, Jesús, bien clavadito en la cruz. Y ese niñito, pobre su potito. Maldito Cura. Enfermo. Maldito Cura, tú no sirves al Altísimo. Tú no eres más que un lacayo del Perro. Abajo has de arder y se te chamuscarán los testículos. ¿Para qué vivo? Respóndanme.

Yo te diré, muchacho. Vives para huevear. Te quejas peor que un puta de tu vida, pero bien que te gusta el trago, la bebida, la vida bohemia, ay, si me vas a decir a mi que te he llevado cargado hasta las huevas, a tu cama. Una vez vomitaste en mi almohada. Vives para hacer tus mariconadas. Escuchar el trino de las aves, ver bailar a los gorriones, imitarlos, vives para la marinera, para cantar valses como lo hacía tu papá. Vives para reír, para llorar. Vives para seguir enamorado de esa cojuda que ni bola te da. Te da, te da, sí, te da la espalda. Para eso vives, para pedirle plata a tu mamá, manganzón, vergüenza debería darte.

Por eso digo que mejor me callo. Fuera mierda. Ya, está bien, sorry. Ay, no me jodas. Lo siento nena. Ven aquí, dame un beso. Anda que el beso te lo dé tu abuela. Ja, ja. ja. Ya, mi amor, era solo una broma. Sí, muy bonita tu broma, muy linda. ¡Ya!, ja, ja, ja. ¿Sabes? ¡Qué cosa! Así molestita te ves muy guapa... Así mismito, pis... Ya vamos. ¡Vamos! ¿Cuál es tu vamos, a dónde nos vamos? A buscar una razón para vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario